viernes, 31 de diciembre de 2010

El Regalo perfecto VI

VI

-Mira papá, mira como monto. –gritaba la niña sin soltar las riendas, mientras el caballo marchaba al trote suave.
-Ya te veo, Sara. Muy bien. –decía Marc saludándola.
A sabiendas de que lo más seguro es que no fuera su hija, sintió un profundo orgullo al verla demostrar tanta madurez y control con un caballo tan grande y ella con tan solo 6 años. Una parte de él quería no tenerla como hija, pero por otro lado ese orgullo no se lo había hecho sentir nadie. Además, ella no tenía la culpa de los desvaríos de su madre.
En ese instante un grito desolador llegó a Marc y lo sacó de sus pensamientos. El caballo de Sara se había descontrolado y corría por la pista de tierra. La niña había soltado las riendas y el caballo saltaba y brincaba enloquecido. Pero en ese momento, que Marc vio a cámara lenta, el caballo intentó saltar una valla en su alocada carrera, tropezó y cayó, mientras la niña se perdió bajo su peso.


Miguel Ibáñez S. ®


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