sábado, 12 de mayo de 2012

Noches de pub...

Sus miradas se cruzaron, sus cejas se alzaron y sus labios se curvaron en una sonrisa en el instante en que una idea perversa surcó sus mentes.
Dio un paso hacia ella y la puerta se cerró a sus espaldas impulsada por una mano femenina. Lo agarró por el pelo en el instante en que la condujo hasta una fría superficie nacarada. Allí no solo cayeron al suelo sus pertenencias, sino todo su recato, cautela  y sobriedad.
Desataron aquello que toda la noche había pugnado por salir, aquello que ahora no los hacía dueños de sus propios actos y que los hacía volar hacia lugares en los que nada ni nadie existía en derredor.
No les importaban las consecuencias de aquello y así lo hicieron ver.

El hombre era aprisionado en ese instante entre unas largas piernas que expresaban los deseos de su poseedora. Él la agarró por el pelo y echó hacia atrás su cabeza para dejar el cuello a su merced. De él manó un olor que transformaron la mirada del hombre, y sin pensarlo dos veces clavó allí sus dientes. La mujer se deshizo en ahogados gemidos mientras se mordía el labio y sus manos escribían, más que describían, un mapa de arañazos en la espalda del joven. El mundo no existía; los aseos del pub se habían oscurecido y los sonidos exteriores habían enmudecido a sus oídos.
Solo existían ellos. Sin preocupaciones, sin consecuencias que temer, sin nada que controlar…
Pero las consecuencias se materializaron de la manera más embarazosa posible. En ese instante, su danza se detuvo casi en seco cuando comprobaron que no estaban solos en la estancia.
Pugnaron por continuar con aquello, pero les fue casi imposible, a pesar de que la presencia, con más apuro y estupor que diversión, salió de allí con celeridad.
Los sorprendidos, absortos en lo que tenían delante, con la respiración entrecortada y algunas rojeces en el cuerpo, decidieron pues volver al mundo exterior, a la realidad, a emerger de sus cuerpos excitados y a afrontar sus actos.

Y una vez fuera, entre la aclamación popular, abandonaron aquel lugar con más pudor que osadía.