viernes, 29 de julio de 2011

Eternal Sunshine...


-Pensé que quizás estabas chiflada, pero eras excitante.
-Ojala te hubieras quedado.
-Yo también lo desearía. Ahora desearía haberme quedado y haber hecho muchas cosas. -con mirada melancólica.
[...]
-Joel ¿y si esta vez te quedaras?
-Salí por la puerta, no me queda ningún recuerdo. -como resignado.
-Vuelve y al menos inventa una despedida. Finjamos que la tuvimos.
Mientras la casa se derrumbaba como un castillo de arena ella bajó las escaleras hacia donde estaba él:
-Adiós, Joel. -y lo besó.

Dikers-Ronco Invierno

lunes, 25 de julio de 2011

¿Surrender?


Hoy por hoy aún lo pienso, más me lo planteo cada día, pero una maldita fuerza me impide hacerlo. A veces odio ser así, perseverante en algunas cosas e inconstante en otras. Aclárate ya, maldito infierno que llamo cabeza y deja de complicarte y complicarme. 

martes, 12 de julio de 2011

Noches de verano

Todos los edificios que rodeaban el parque tenían ocho plantas excepto uno que era de siete. Los había contado varias veces intentando evadirse de lo que le rondaba por la mente. Pero no los contó lo suficiente, porque los pensamientos volvieron a él.
Estaba en un rincón del parque, con sus acostumbradas ropas oscuras de verano, una postura informal y la mente a kilómetros de distancia, intentando pasar desapercibido para los pocos transeúntes que a esa hora pasaban por allí. Pero no debió hacerlo demasiado bien, porque una figura menuda de piel clara se dirigió hacia él. El muchacho dio por hecho que pasaría de él, lo miraría de reojo al pasar por su lado y volvería la esquina sin recordar siquiera su rostro, pero no fue así. ¿Hola? dijo. El chico sonrió algo contrariado. ¿Puedo sentarme aquí? preguntó de nuevo la chica. Claro que puedes, pero no prometo ser agradable, le contestó el muchacho con semblante ausente. La chica dudó un instante. Tranquila, no estoy borracho, ni fumado ni soy un psicópata asesino, dijo de broma para tranquilizarla. Ella se sentó finalmente a su lado a metro y medio.
Permanecieron callados un buen rato, hasta que el chico reunió fuerzas para hablar: siento si suena mal y no es mi intención, pero ¿qué haces aquí? La chica lo miró algo ofendida, yo también podría preguntarte lo mismo, dijo, pero me da rabia que me respondan con otra pregunta, así que… vengo aquí casi todas las noches.
¿A pensar? Preguntó el muchacho sin saber por qué. ¿Tú has venido a eso? preguntó la chica, perdón, has preguntado primero, se disculpó, a veces sí, esta noche simplemente quería estar sola. El chico sonrió, pues parece que te he fastidiado la noche, lo siento. Te diría que me iría si me lo pidieras, pero te estaría mintiendo. No pienso moverme de aquí. La chica lo miró con el ceño fruncido, tampoco quiero que lo hagas.
El silencio de nuevo los envolvió, solo algún coche que pasaba por la gran vía cercana lo rompía.
¿Cómo te llamas? dijo al fin la chica. El muchacho pensativo finalmente respondió, Alastair, mirándola de reojo. Venga ya, ese no es tu verdadero nombre, se rio la muchacha mirándolo sin estar del todo segura. No, claro que no, pero es interesante que no sepamos nuestros nombres, sonriendo. Si tu lo dices… pues mi verdadero nombre es… iba a decírselo, pero él no quería saberlo. No me lo digas, Chisss! Invéntatelo, con premura. Jooo, vale pues… Chloe, dijo finalmente. Bueno, no es muy original, pero es bonito, sentenció el muchacho. No he tenido mucho tiempo de pensarlo, así que no te quejes, se mordió la lengua, bueno y ¿en qué piensas ahora? No sabía cómo decírselo, no sabía siquiera si decírselo, en corazones rotos y mal cosidos, contestó al fin y por primera vez la miró a los ojos. Eran negros y enormes, en una cara en forma de corazón con una pequeña nariz y unos labios carnosos y rosados. Tenía un lunar pequeñísimo bajo el labio y el pelo negro y recogido. Le pareció guapísima.  En ese instante lo miraba con cara de consternación. Te lo dije, no prometía ser agradable, dijo el chico volviéndose a la nada. No te preocupes, muchas veces necesitas que un desconocido te escuche para sentirte bien, y en mi caso me gusta escucharte, le puso una mano en el hombro. De nuevo el silencio.
No he podido dejar de fijarme, pero, ¿por qué tienes el móvil en la mano todo el rato? Si quieres decírmelo, claro, preguntó la chica cohibida.
¿Has escuchado una canción que dice? “You came on your own, and that's how you'll leave, with hope in your hands, and air to breathe…” dijo entonándola, bueno te traduzco, que mi pronunciación es un poco pésima; “por tu cuenta viniste y de ese modo te marcharás, con esperanza en tus manos y aire que respirar”. La chica se quedó sin saber qué decir. Eso es lo que tengo en las manos, la esperanza de una llamada que jamás llegará, le respondió el muchacho algo triste y resignado. ¿Quién sabe? Quizás llegue y entonces me tengas que dejar sola, dijo Chloe. Por un instante Alastair no sabía qué quería, así que hizo lo que peor sabía hacer y era aprovechar los momentos y disfrutarlos como si fueran únicos
Hablaron largo rato. Sobre lo perra que es la vida, sobre la muerte, sobre el verano, sobre la alegría, sobre la tristeza, sobre las relaciones, sobre el sexo y también sobre temas tan mundanos como el cielo nublado.
Era tarde, las ventanas de los edificios que los rodeaban estaban apagadas ya, y ambos no tenían o no querían decirse nada más. El chico le tendió la mano, ella se la estrechó y le dio un beso en los labios. Un beso dulce, sin compromiso, sin pasión, sin amor, un beso natural como la noche misma, como el rato que habían pasado, y sin saber si volverían a verse, se alejaron el uno del otro sin volver la vista atrás.

Snow Patrol-Chasing cars

jueves, 7 de julio de 2011

Verano... (II)

Me he despertado recordando esta canción, a saber por qué. Simplemente quiero compartirla, dado que puedo sacar algunas frases y aplicarlas a mi vida.
Quizá porque mi niñez

sigue jugando en tu playa.

Y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya.

Y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.

Yo,
que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno.

Que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.

A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.

se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino...

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...

¿Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo?

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.

Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea;

que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.

Ay...

Si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.

Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.

Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...

En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.

Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista...

Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo...

Disfrutad del verano que yo haré lo que me de la gana ;)

martes, 5 de julio de 2011

Verano...

Son las 1:17
He pasado un muy buen fin de semana rodeado de gente increíble y de buen rollo en paz y tranquilidad en una casa a la orilla del mar, pero aún así me sentía vacío. Sentía que algo me perseguía; una sombra, la de la incertidumbre. La odio, mucho, no imagináis cuánto y más cuando se trata de cosas tan jodidas como los sentimientos. Ya que estamos, también odio el verano… ¿por qué?
Porque no olvidaré aquella noche hace un mes. Porque la última mirada que nos echamos al doblar la esquina con tu perro hace más de una semana, la cual me supo a despedida, me persiguió mientras paseaba de noche por la playa. Porque debería haberte besado y no lo hice. Me convencí y te convencí de que fue mejor no hacerlo, pero no, fue un error, como tantos he y estoy cometiendo. Te he dado la peor bienvenida que se le puede dar a una persona. He jodido lo que podría haber sido un buen reencuentro por mi jodida impaciencia e inseguridad, por eso no sé si tengo fuerzas para quedar y por varias cosas más. Porque no tengo cojones de decirte que me jodería mucho descubrir que has estado con otro mientras te he estado echando de menos preguntándome qué estarías haciendo. Porque paso de transmitirte mi mal rollo, suficiente he hecho ya. No sé si hacer que te alejes de mí, aunque en realidad si lo sé; no. No quiero que te alejes, porque no quiero perder lo poco que tenemos. Porque no quiero ser tu amigo, ya que sería retroceder en lo que hemos construido, que para mí es más importante y es en lo que pienso que ambos podríamos ofrecer más al otro.


Miro atrás…
Ha pasado poco tiempo desde que quedó latente que sentíamos algo el uno por el otro y desde entonces cada día ha sido como decir de nuevo hola al mundo, como vivir de nuevo esa sensación. Sentía hasta ganas de volver a dibujar, imagínate. Pero ahora ni escribir puedo, solo me salen bazofias como esta, que no sé por qué no paro de escribirla.
Porque no somos pareja ni hemos insinuado tener nada parecido, pero sí hay algo, y de ese algo quedan las brasas de lo que fue hace unas semanas. ¿Y sabes qué? Lucharé para avivarlas, para volver a crear fuego. No me voy a rendir, no me da la gana. Tengo que demostrar que me importas y que mi comportamiento tiene una explicación lógica (dentro de lo lógico que son los sentimiento) y no es para herirte. Tengo que demostrar que sin cambiar puedo ofrecer muchas cosas. Tengo que demostrar que no tengo un corazón de acero creado a raíz de puñaladas del pasado. Tengo que demostrar que los malditos también sabemos lo que es amar.
Sí, una mierda como un piano, eso es lo que es esta parrafada, y mira que son las 2:42, pero bueno, al menos refleja la mierda que es mi vida sentimental y lo inepto que me vuelvo a veces en estos lares.

Suena... algo de Foo Fighters.