domingo, 5 de febrero de 2012

Noches de bar

Lo atrajo hacia sí agarrándolo por la corbata, provocando que el contenido de su vaso de whisky se derramara por el interior de su muslo izquierdo.
La mujer, con la mirada clavada en él y aún sentada en el taburete, lo aprisionó entre sus piernas atrayéndolo hacia su interior.
El hombre dejó el vaso de bebida ambarina sobre la barra y se acercó a su oído para decirle que le encantaría echarla sobre una mesa y follarla desenfrenadamente a ojos de todos y para la envidia de los allí presentes.
La mujer no lo soltó de la presa que hacía con sus piernas y lo miró desafiante. A continuación, deslizó su mano por debajo de la camisa del hombre hacia el hombro y allí clavó sus uñas, arrastró y pudo ver como se deshacía en esa sensación de lujurioso y candente dolor. Si no había provocado que aflorara sangre era porque no había apretado lo suficiente o porque ésta se había dirigido hacia otro sitio.
Él apartó su cabello, lo único que lo separaba de aquella franja de piel tan apetecible y que tantas debilidades desataba. Allí donde el alma animal de cada uno era más superficial y sensible y donde la voluntad se evaporaba junto al calor que del cuerpo manaba. Mordió su cuello, ese lugar donde un instintivo escalofrío provocaba que el más manso de los gatos se transformara en la más salvaje de las panteras con una sed de sangre voraz.
Él estaba duro y respiraba como un león hambriento, y ella no pudo más que mojar su entrepierna y morderse el labio con fuerza.
Con el alma prendida por el fuego del infierno, se separaron lentamente y los dos volvieron a su fría realidad.

Y allí, a unos metros de distancia y a días de diferencia, en el mismo bar, ambos miraron en solitario ese taburete vacío imaginando de forma melancólica y deleitable todo lo que allí podría haber sucedido.



Foo Fighters-All my life

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