miércoles, 21 de diciembre de 2011

Inmortal

-¿Estás seguro? –preguntó la chica. Era una pregunta cuya respuesta, aunque no fuera sincera, sabía.

-Sí –contestó su amigo sin dar pie a una conversación.

“Obvio”, pensó la chica, aunque sabía que no era cierto, pero no quería ser cansina. Él no estaba de humor para preguntas que no llevaban a ningún sitio ni para cuestiones de última hora. Sabía que lo había meditado una y otra vez. Había incluso hecho una tabla de pros y contras en su cuaderno de notas.
-Nick –dijo la chica algo cohibida –sé que te lo he preguntado hasta la saciedad, pero ¿por qué?

El chico aludido suspiró:
-Es cierto, no estoy seguro, pero tengo que hacerlo.

-¿Quién te dice eso? –preguntó la chica violando su norma de no agobiar con preguntas, pero ésta la creía necesaria.

-Yo. Por mí… sabes que si no lo hago moriré… caeré en ese mundo de cuerpos perdidos que creen que tienen alma… -se le atragantaron las palabras. Todas querían salir, pero ninguna se atrevía por miedo a no ser aceptada.

-Nick, nunca he juzgado lo que haces, nunca he juzgado lo que hiciste y sentiste, pero quizás esta no sea la forma. Sí el fin, pero no la forma –se acercó a él -y ambos sabemos que no lees a Maquiavelo –le sonrió fugazmente por si el chico quería compartir aquella sonrisa, pero no lo hizo. Se limitó a mirar a la nada mientras el cielo, antes salpicado de trazos violetas, anunciaba el ocaso con un tinte anaranjado fruto del astro que decía adiós al día para desatar su fulgor sobre la otra parte del mundo. -¿Nick? –preguntó ella viendo que no obtenía respuesta.

-¿Qué? ¿qué quieres que diga, que me equivoqué? ¿Qué la cagué? –se volvió con enfado –Pues sí, eso hice, pero no por haberlo dejado, sino por haberlo empezado. Por haber sido un iluso confiado… Ahora me dirás que no hay que arrepentirse de lo que se hace sino de lo que no se hace. Una mierda. –bramó sin darse cuenta que su amiga se había encogido hasta el tamaño de un zapato y cohibida permanecía a su lado con la barbilla temblando.

-No sé por qué me has pedido que viniera –una lágrima surcó su rostro sin que le diera tiempo a poder reprimirla y al absorberla su voz se truncó.

Nick se volvió hacia ella. Era un idiota, un insensible, un desagradecido:
-Joder, yo… lo siento… -se acercó a ella para abrazarla, pero ella le rehuyó.

-No, Nick, he aguantado tus quejas, tus humos, tus idas y venidas y hasta detalles los cuales no quería saber. Te he aconsejado sin dejar que me influyera demasiado, pero no puedo más –¿era despecho, frustración o realmente lo sentía?

Nick no supo que decir. Disculparse de nuevo iba a sonar tan vacío como antes, además solo un loco repite lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes. Se acercó e intentó abrazarla de nuevo, pero ella se negó. Él le cogió los brazos, los apartó y pudo por fin rodear su cuerpo sin violencia pero sí con prontitud. La chica intentó zafarse, aporrear y empujar a Nick, pero él no la soltó. A los pocos instantes ella se rindió y apretó los ojos para reprimirse. Él la beso en la mejilla, salada, donde sus lágrimas habían dibujado finos hilos cristalinos. En ese instante se acercó a su oído y pronunció la disculpa más sincera que jamás había dicho. Como si de un sedante se tratara, la muchacha se calmó y lo miró a los ojos cuando se separaron. Estaban emborronados, lo que hacía que su marrón pareciera más claro aún.
Chloe no supo cómo decírselo, así que escogió solo tres palabras que estuvo segura que entendería:
-No soy inmortal –y se dio la vuelta dispuesta a marcharse con su pelo al viento despidiendo la esencia que Nick tan bien conocía. Inundó sus sentidos y lo trasladó a otra época. No olía a perfume, ni a champú, olía a ella, a su ropa, a su habitación, a sus libros.

El chico no dijo nada. Miró de nuevo al horizonte, esparció las cenizas de lo que en su día fue alguien, o los recuerdos de alguien y corrió en busca de su amiga guiado por su aroma.
Acababa de recuperar de nuevo la inmortalidad, ahora le tocaba a él ayudarla a recuperar la suya.

Y mientras el sol moría en un último destello, la oscuridad pedía permiso para besar sus almas.


Bullet for my Valentine-Tears don't fall (acoustic)

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